viernes, 2 de julio de 2010

La vida en El Cairo



Cuando viajamos, solemos lanzarnos a una carrera maratoniana de visitas a museos, monumentos y demás sitios de referencia que figuran en nuestras guías. En principio no está mal pero, lamentablemente, hace que nos perdamos la verdadera esencia del lugar que visitamos.

Hablar de Egipto es hacerlo de pirámides, majestuosos templos, jeroglíficos que, evidentemente, tienen un gran valor e interés histórico, artístico y cultural. Pero basta con alejarse un poco de los circuitos turísticos y detenerse a contemplar el transcurrir de la vida cotidiana, para asombrarnos con escenas como éstas.


Un vendedor de esponjas circula por la calle anunciando voz en grito su mercancía. De pronto, se abre una persiana y una mujer aparece en el balcón y lo llama. Tras intercambiar unas palabras, ésta desliza una cesta atada a una cuerda para que el mercader introduzca la mercancía. Una vez con el producto en sus manos, la señora tras un detenido examen hace su elección mientras el vendedor espera pacientemente abajo. Tras un breve regateo, la mujer pone el dinero en la cesta para pagar la compra, el hombre lo recoge y tras despedirse se aleja mientras ella se introduce en el interior de la casa y cierra la persiana.








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