jueves, 29 de octubre de 2009

Sintra: Castillo Nacional de Pena



Coronando la sierra de Sintra, rodeado de jardines y un frondoso bosque se alza el palacio Nacional de Pena.


Es un conjunto arquitectónico peculiar con minaretes, torres, almenas, puentes levadizos, todo ello profusamente decorado con azulejos portugueses y paredes labradas con motivos del mar y de la tierra (caracolas, corales, flores, cuerdas y blasones).


Su interior está muy bien conservado y abigarradamente amueblado y decorado, es una continuación del exterior con grandes lámparas de cristal, estucos, brocados, alfombras, muebles tallados, candelabros orientales, piezas de porcelana china, y un sinfín de objetos y obras de arte.


La notable sucesión de estilos: neo-gótico, neo-manuelino, neo-islámico y neo-renacentista, es debida a la imaginación del príncipe consorte Fernando de Sajonia-Coburgo y su arquitecto alemán, el barón de Eschwege. Juntos dieron rienda suelta a su fantasía para crear un castillo más propio de un cuento de hadas que de una fortaleza.

















jueves, 22 de octubre de 2009

Essaouira: "La ciudad del viento"





La antigua ciudad de Mogador, también conocida como "La ciudad del viento", fue fundada por los portugueses a finales del Siglo XV, quienes la fortificaron para protegerla de invasores y piratas. Su esplendor resurgió cuando, ya en el Siglo XX, fue elegida por grandes estrellas del pop de la talla de Jimi Hendrix, Cat Stevenes o los Rolling Stones, para pasar temporadas en ella. En la actualidad son los surfers quienes han encontrado el paraíso en su playa.

Es una bonita ciudad que nos atrapa desde el primer momento. Sorprende al visitante, el contraste del bullicio que encontramos en el puerto con la paz que se respira dentro del recinto amurallado.

En el puerto amarran, en perfecto orden, multitud de barquitas de pesca pintadas de azul , según los pescadores “es el color que mejor engaña a las sardinas”. La actividad es intensa pero no abrumadora, se puede observar a los pescadores descargando las capturas del día, a los tejedores de redes reparándolas, y todo coronado por un cielo azul intenso poblado de cientos de gaviotas.

Si nos adentramos en sus murallas, rápidamente nos transportaremos a un espacio acogedor, tranquilo y sereno, un lugar perdido en el tiempo. No es de extrañar que Orson Welles lo escogiera para rodar su “Otelo”.




Puerto de Essaouira.
















Recinto amurallado.













sábado, 10 de octubre de 2009

Mont Saint Michel: "El rey de las mareas"









Enclavado en una espectacular bahía de 40.000 hectáreas situada en la costa normanda, nos encontramos con
Mont Saint Michel, uno de los sitios más visitados de Francia.
Más de tres millones de turistas y peregrinos acuden cada año, procedentes de todos los puntos del planeta, atraidos por la belleza y la magia de la "Maravilla de Occidente".


En lo alto de este islote granítico, emerge majestuosa y desafiante, la sobrecogedora abadía benedictina construida en la Edad Media en honor al Arcángel San Miguel.

Tras acceder a la ciudadela por la Puerta del Rey, se emprende el ascenso por una angosta calle que nos conduce a la cima, donde se asienta la abadía gótica que nos transporta a otro mundo, en el que la historia y la leyenda se confunden para crear un halo de misterio.


Pero el auténtico prodigio se produce, dos veces al día, en su bahía. Desde sus murallas se puede observar el maravilloso espectáculo de la naturaleza al ver subir las mayores mareas de Europa. El mar se aleja casi 16 kilómetros, para volver "a la velocidad de un caballo a galope". Por esa razón, las campanas de la abadía avisan con suficiente antelación para que el regreso de las aguas no coja desprevenidos a los que se aventuran a adentrarse a pie en la bahía, desafiando las arenas movedizas y el poder del mar.

Gracias a esta protección, Mont Saint Michel ha sido una fortaleza inexpugnable a la que, durante siglos, sólo se podía acceder a pie durante la marea baja.




Mont Saint Michel.






La abadía.





El claustro.









Las mareas.












El arcángel San Miguel.






jueves, 8 de octubre de 2009

Giverny, el universo de Monet

A 70 kilómetros al noroeste de París, nos encontramos con el encantador pueblo de Giverny. Allí vivió durante 43 años, Claude Monet, máximo exponente del impresionismo.

Adquirió esta casa donde vivió con su segunda mujer Alice y los hijos de ambos. Poco a poco, fue transformando las dos hectáreas de terreno en su propio universo. Creó un estanque que, con el tiempo, dio lugar a un magnífico jardín acuático, poblando con bellos y delicados nenúfares. En él se respira un fuerte acento japonés, muestra de ello es el puente que hizo instalar el pintor y que sería fuente de inspiración de sus cuadros.

Hoy en día, su casa se ha convertido en museo y fundación, y es visitada por miles de personas al año.

Pasearse por sus jardínes, equivale a sumergirse dentro de sus cuadros rodeado de luz, agua, flores y color.





El jardín inglés.




El jardín japonés.










Puente japonés.





Nenúfares.