Durante las pasadas fiestas de la ciudad tuvo lugar la presentación de la nueva Bestia de Fuego, "El Drac de na Coca". Estas figuras forman parte del correfoc y llevan acoplados unos dispositivos que permiten la colocación de elementos pirotécnicos que hacen que escupan fuego en todas direcciones.
Este personaje proviene de una antigua leyenda urbana palmesana. La historia relata que, en el siglo XVIII, un terrible dragón moraba en la red del alcantarillado de la zona de la Catedral. Todas las noches salía de su escondrijo en busca de víctimas con que alimentarse sembrando el pánico entre la ciudadanía. Había vecinos que aseguraban haberlo visto y la descripción era capaz de helar la sangre del más valiente. Una noche, el capitán Bartolomé Coc estaba cortejando a una bella dama cuando vislumbró, entre la penumbra, a la fiera que se movía con sigilo y, sin dudarlo un instante, desenvainando la espada acabó con el animal. Como un héroe propio de las novelas galantes, arrojó el cuerpo inerte a los pies de la ventana de su amada, la cual lo hizo embalsamar a modo de trofeo.
A principios del siglo XX fue donado al Museo Episcopal donde actualmente puede ser visitado. El feroz monstruo, no deja de ser un pobre cocodrilo que debió llegar a la isla escondido en las bodegas de uno de los muchos barcos que surcaban el Mediterráneo y hacían escala en la isla. En la esquina de la fachada de una de las casas de la plaza del Mirador, al lado del Palacio Episcopal, se encuentra una figura que representa al famoso dragón.
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En la esquina del edificio se puede contemplar la estatua. |